Inclusión en Educación Superior

Samuel Moreno Castillo

Director Ejecutivo – IPCHILE Sede Temuco.

Entre los avances del siglo XXI, marcados por los contextos de postmodernidad y globalización, se encuentra el concepto de inclusión, que puede ser entendida como la aceptación de quien soy, por medio de la reafirmación del autoconcepto, y la empatía y respeto a la condición y pensamientos de los demás, en igualdad de condiciones, independiente de sus características, habilidades y culturas.

La verdadera inclusión no es ni puede ser fruto de una imposición normativa o legal, sino que debe formar parte de un cambio de pensamiento profundo, que refleje un avance paradigmático hacia un estado de mayor armonía y humanidad.

En materia de educación superior, la inclusión tiene un rol fundamental y, coincidente con las orientaciones de la UNESCO, debe enfocarse en lograr las competencias del saber hacer y aprender, pero también, saber ser y convivir.

Hoy, en Chile y también en el mundo, cobra fuerza como nunca la frase de Gabriela Mistral, -quien sufrió los estigmas de la exclusión en su propia tierra- “La humanidad es todavía algo que hay que humanizar”. Por ello, en nuestras instituciones de educación superior técnico profesional, además de buscar una formación académica de excelencia, hemos procurado incorporar en el currículum de las carreras competencias que promuevan valores humanos como la responsabilidad, la generosidad, el espíritu de servicio y, por supuesto, la inclusión.

Podemos sentirnos orgullosos de que estas materias estén consideradas en los perfiles de egresos, en los planes de estudios, en los programas de asignaturas y en la labor docente, con adecuaciones didácticas y metodológicas. Cada vez con mayor fuerza la formación valórica de los alumnos se hace parte constituyente del alma de cada institución, buscando que los egresados sean buenos técnicos y profesionales, pero, sobre todo, personas integrales, honestas y conectadas con su realidad.

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